sábado, 19 de diciembre de 2009

Entre el complejo de Adán y el dolor de la amputación: imaginarios contemporáneos de la Guerra del Pacífico

Fuente PUCP
Por: Daniel Parodi Revoredo

El proceso de globalización mundial y la relativa pérdida de vigencia del
Estado-nación obligan al historiador a preocuparse por analizar procesos y
relaciones que exceden este marco. Así, la actualidad le señala la necesidad
de estudiar estructuras y relaciones que se han desarrollado y se desarrollan
en escenarios regionales de mayor envergadura.1

1. Reescribir la historia es posible: a propósito de la memoria y la
posmodernidad

El pasado y el presente de Perú y Chile han establecido entre sí una conflictiva
relación, en la cual las memorias históricas de ambas partes recrean una
dialéctica que tiñe la realidad con imaginarios colectivos que dificultan un mejor
entendimiento. Parece entonces que ambos países actuasen contracorriente,
mientras que el mundo global apuesta por la integración.

Es por ello que en el presente ensayo nos proponemos establecer qué tipo de
relación entre pasado y presente confronta a Chile y el Perú, cuáles son sus
orígenes remotos, sus motivaciones presentes y de qué manera podría ésta
armonizarse para crear nuevos sitios de memoria y trasmitir imágenes positivas
del pasado, que coadyuven a fortalecer los lazos de amistad y la integración
entre ambos pueblos.

La posmodernidad  propone el fracaso del proyecto ilustrado, la crisis de los
grandes paradigmas, así como la crítica de los grandes relatos y de la Historia
Universal Occidental. 2 Esta nueva visión del mundo plantea a la disciplina
histórica el reto de una renovación, la que debe considerar la fragmentación de
los discursos, la multiplicación de puntos de vista y la revalorización de la
memoria.3

Con respecto a esta última, Todorov nos recuerda que “(…) la neurosis es el
apartamiento del ser conciente de algunos episodios del pasado (…) y que la
curación pasa por recuperarlos para colocarlos en una posición periférica, a fin
de controlarlos y desactivarlos”.(Todorov 2000:24).4 El mismo autor enfatiza en
la labor de selección que ejecuta la memoria, en donde unos recuerdos son
suprimidos y otros conservados.5

Del mismo modo que la memoria individual, la historia contribuye a fijar la
reminiscencia de los pueblos y su proceder se asemeja al del sujeto, en tanto
que el historiador “(…) organiza, recorta, distribuye y ordena, distingue lo que
es pertinente de lo que no lo es” (Beltrán 2002:32).

2 Cfr. Beltrán 2001: 21-22
3 Cfr. Birulés 2002:144 y Beltrán 2002: 27
4 La cursiva es nuestra. Todas las demás cursivas que aparecen en el presente artículo también lo son.
5 Todorov 2000:15-17

En el contexto de los estados nacionales, cuya perdida de vigencia no suscribo
por completo, la labor del historiador se encuadra en el marco de construcción
ideológica de la nación; la historia que resulta de esta interacción no siempre
coincide con los discursos que se han fijado en la memoria popular, sino que
responde, más bien, al proceso de institucionalización de dichos Estados.6
 
6 Cfr. Hobsbawn y Ranger 2002:20

De lo anteriormente planteado se infiere que, así como se recuerda desde un
determinado presente, también la historia se escribe desde cierta actualidad,
en función de los requerimientos de una realidad concreta o de una coyuntura
específica. Entonces: “¿Tiene el pasado un sentido distinto al de su
evocación?, ¿podemos reconstruir un pasado sin contaminarlo por su
interpretación?”.(Brauer 2002:35).

La respuesta a esta pregunta es negativa, el pasado será siempre el que
nosotros construimos y al historiador le corresponde, más bien, preguntarse
desde cuál presente se ha escrito aquel pasado, desde qué realidad se ha
evocado el tiempo pretérito. Esta aparente desventaja es la que hoy señala el
camino de la disciplina histórica y del historiador. Este último debe identificar
los “excesos de pasado”, así como a aquellos presentes remotos que nos
agreden con sus discursos acerca de aquel, en muchos casos teñidos de
sentimientos de revancha. Sobre este particular, Cruz sostiene que:

“(…) el mejor servicio que el historiador de hoy le
puede rendir a su sociedad es permanecer en el presente
intentando encontrar en la actualidad los indicios de permanencia
de aquellos momentos pero, sobre todo, contribuyendo a que el
presente pueda defenderse de la agresión del pasado, de la
querencia de éste para invadirlo, para luego apropiárselo” (Cruz
2002:29).

El pasado, pues, no es un hecho terminado, está en movimiento y es
susceptible de ser reinterpretado continuamente y adaptado a las nuevas
circunstancia, porque “(…) es la fuerza del presente la que ofrece el hálito de la
esperanza y el coraje de la interpretación del pasado transmitido”. (Gabilondo y
Aranzueque (intro). En Ricoeur 1990:30).

La manera como nos imaginamos el pasado, nuestros imaginarios de lo que
aconteció, tiñen la realidad con diferentes discursos que a veces nos
conflictúan. Frente a esto, el historiador, lejos de establecer verdades, debe
seleccionar unos hechos sobre otros, con la específica finalidad de buscar el
bien para la sociedad en la que se desenvuelve.7

2. El Perú frente a Chile, imaginarios contemporáneos de la Guerra
del Pacífico

Hasta aquí hemos discutido el rol que en el presente desempeñan la Historia,
el historiador, la memoria y los imaginarios colectivos, pero no hemos
mencionado a otro elemento fundamental: la política. Resulta que el pasado
ocupa hoy una posición de privilegio en los debates públicos 8, así como
también sustituye “(…) al futuro como lugar clave de referencia en el debate
político” (Birulés 2002:147).

De este modo, la política tiene la capacidad de convertir a héroes en villanos y
viceversa, de enterrar y desenterrar acontecimientos en tiempos en los cuales
el presente está salpicado de recuerdos, de memoria y de pasado. De este
modo, la política, con frecuencia más que la historia, se convierte en el nexo
entre pasado y presente, los imaginarios colectivos responden muchas veces a
sus requerimientos, activándose a través del impulso mediático o
adormeciéndose cuando, de pronto, dejan de aparece en los titulares
matutinos.

7 Cfr. Todorov 2002:49
8 Cfr Birulés 2002: 142

En Perú y Chile, los imaginarios de la Guerra del Pacífico se confunden con los
problemas presentes, en algunos casos, los más, se desprenden de ellos, en
otros, los menos, los ocasionan.

2.1.- Imaginarios Chilenos: “El complejo de Adán”
Hobsbawn y Ranger nos dicen que:

“(…)la tradición inventada implica un grupo de prácticas de
naturaleza simbólica o ritual que buscan inculcar determinados
valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo
cual implica automáticamente continuidad con el pasado” (2002:8)

El nervio central de la memoria chilena de la Guerra del Pacífico es aquel que
difunde la imagen de un país victorioso y que estructura su discurso
nacionalista en función de su superioridad frente al Perú y Bolivia, la que,
económica y socialmente, fue obtenida tras su éxito militar en la mencionada
contienda.

De cara al presente, esta postura se afirma a través de su posición diplomática
tradicional que, frente a la demanda marítima boliviana, sostiene que no hay
asuntos pendientes entre ambos países. Se añade además a esta postura, la
afirmación de que la inestabilidad política en Bolivia, y las dificultades de su
sociedad, complican el avance de las negociaciones en torno a la mencionada
reivindicación. Además, desde los imaginarios chilenos también se vierte el
discurso que sostiene que el reclamo peruano acerca de la frontera marítima
persigue la finalidad de obstruir la posibilidad de un arreglo chileno-boliviano
con el fin de dar salida al mar a este último país.9

9 Cfr. Maldonado 2006:31

Acerca del Perú, una tesis muy difundida es la del “revanchismo”, discutiendo
estos imaginarios, Maldonado sostiene que en Chile se piensa que “(…)
tradicionalmente las FF.AA. peruanas han procurado obtener el armamento
más moderno para (…) viabilizar su revanchismo” (2006:30) y realizar el
supuesto objetivo de recuperar Arica. Esta tesis viene aparejada con la de “la
disuasión”, que plantea la necesidad de multiplicar las adquisiciones bélicas
chilenas “(…) como seguro frente a las pretensiones revisionistas peruanas
(…)”. (2006:31).

Sin embargo, es posible que la difícil convivencia entre la memoria y el olvido
sean los rasgos más distintivos de la recordación de la Guerra del Pacífico por
parte de amplios sectores de la sociedad chilena. Así, subyace subterráneo en
Chile el discurso que sugiere el olvido colectivo del mencionado conflicto. De
este modo, se afirma que sólo la colectividad peruana lo recuerda y se
encuentra saturada de pasado, mientras que la sociedad chilena ha superado
el acontecimiento y vive mirando hacia el futuro.

Esta postura nos lleva a otra compleja dicotomía: la del olvido frente al silencio.
Sobre este último, Michael Pollack sostiene que (…) “En ausencia de toda
posibilidad de hacerse comprender, el silencio sobre uno mismo -diferente del
olvido- puede ser una condición necesaria para mantener la comunicación con
el entorno (…).”10 (1993:p.38)

No pretendemos en estas líneas desentrañar los imbricados lazos de un
discurso, que como en toda colectividad, se entremezcla con muchos otros,
pero no podemos descartar la presencia del silencio, tanto en la percepción
chilena acerca de la Guerra del Pacífico, así como en la construcción del
discurso sobre este acontecimiento. Es así como se priorizan batallas y hechos
victoriosos sobre aspectos más difíciles de procesar como la posesión forzada
del territorio peruano o los excesos cometidos por la soldadesca durante la
ocupación.

10 Todos los fragmentos del artículo de Pollack citados, han sido traducidos por el autor de esta nota.

De este modo, la memoria, el olvido y el silencio parecen estar presentes en la
construcción del discurso chileno acerca del conflicto que es materia de este
estudio, lo que enriquece las posibilidades de su estudio y plantea el reto de
profundizarlo en futuras investigaciones.

2.2.- Imaginarios peruanos: “El dolor de la amputación”

“Dicen los que lo han sufrido, que el peor de los dolores, el dolor más
insoportable es el dolor fantasma, el que deja como único rastro de
su existencia aquel miembro desgajado del resto del cuerpo que lo
abandonó para siempre” (Cruz 2002:31).

La memoria peruana de la Guerra del Pacífico parece no haber asimilado aún
la realidad de la pérdida de la provincia de Tarapacá hace 126 años. El
recuerdo de ese trance nos remite a la tesis de Todorov acerca de la
recuperación literal, que es aquella en donde establezco “(…) una directa
contigüidad (…) entre mi pasado y presente (…) y extiendo las consecuencias
del trauma a todos los instantes de mi existencia”. (2000:30-31).

Visto de ese modo, la nación peruana parece saturada de pasado, el que se
confunde constantemente con el presente y le impide distinguir a la realidad de
la evocación. Es así que el “deja vu” invade el ser nacional obnubilando la
reflexión, como si se confundiese “(…) nuestro recuerdo y viejas metas, con su
posibilidad real”.(Cruz 2002:31)

En términos más concretos, el discurso peruano principia con la mención al
geoestratega chileno Diego Portales y sus planteamientos acerca de la
necesidad de una expansión de Chile hacia el sur y de su liderazgo en el
Pacífico Sudamericano. Este pensamiento, real durante el siglo XIX, se cree
vigente hasta la actualidad y fomenta la desconfianza peruana.11

11 Cfr. Maldonado:2006: 33

Se deriva de esta premisa general, la amenaza de una agresión chilena,
sustentada en planteamientos geoestratégicos vinculados al control de los
recursos naturales con los que cuenta el Perú y que son escasos en Chile.

“En ese sentido, el Perú aparece como posible abastecedor de gas
natural para la industria y el consumo domiciliario de combustible,
electricidad y agua para el desierto de Atacama (el lago Titicaca)”.
(Maldonado 2006: 33)

Otro imaginario, muy difundido en el Perú, es el que sostiene que desde
siempre Chile ha sido un país que obtiene ventajas indebidas de una serie de
productos y recursos tradicionales peruanos. Así, el origen del Pisco y la
chirimoya, así como el registro chileno de cierta variedad de papa y la
comercialización de un tradicional postre limeño refuerzan la percepción
peruana acerca del vecino como la de un país voraz, del que no se puede
confiar.

En suma, el caso peruano no es solo el del exceso de pasado, sino también de
memoria y de recuerdos, los que se retroalimentan con controversias del
presente, las que algunos casos carecen de sustento real. Sobre este
particular, Cruz crítica la saturación de memoria que supone (…) que todo se
represente una y otra vez, que en cierto sentido nada desaparezca por
completo (…). (2002: p. 20)

Es así que vastos sectores de la colectividad peruana parecen avocados a
repetir una y otra vez cada batalla, a sufrir una y otra vez las pérdidas
territoriales y a reivindicar, una y otra vez, un resarcimiento. El tiempo peruano
que vincula la Guerra del Pacífico con la actualidad, parece inmerso en un
espiral eterno donde el paso a una diacronía lineal no es posible.

La situación, entonces, nos remite a las heridas del pasado que duelen siempre
y cuya cicatrización parece depender de otros elementos como el perdón, lo
que requiere, entre otras medidas, desarrollar un vínculo más cordial con y
desde el Estado y la colectividad a los que se perciben como autores del
agravio.

3. Una política de la reconciliación exitosa: el ejemplo
francoaleman

El Perú y Chile no son los únicos países del orbe que en algún momento de su
desarrollo independiente se han enfrentado militarmente. Muchos otros
Estados han escrito en su pasado páginas sangrientas que pudieron ser – y en
algunos casos lo fueron – más devastadoras que la Guerra del Pacífico.

Un caso particularmente interesante es el de Francia y Alemania. Alrededor de
setenta millones de muertos es el saldo de las dos guerras mundiales del siglo
XX, las que tuvieron entre sus principales contrincantes a franceses y
alemanes. Para los nacionales de ambos países basta con tener setenta años
para ser sobreviviente del último de estos conflictos y haber sido conciente del
mismo. En otras palabras, existe aún en ambos países toda una generación de
ciudadanos que ha vivido y recuerda la Segunda Guerra Mundial, con la
consiguiente edificación de memorias e imaginarios colectivos.

Sin embargo, menos de dos décadas después de concluida dicha
conflagración comprendieron las autoridades francesas y las de la
desaparecida Alemania Federal que era necesario un acercamiento
entre sus estados, sus gobiernos y sus pueblos. Fue así que en 1963
se firmó el Tratado del Eliseo que “(…) permitió hacer realidad su
histórica reconciliación (…) ”

http://www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-
130103.html

Las consecuencias del acuerdo fueron múltiples: en primer lugar, se creó una
serie de instituciones para vincular ambos países y a sus pobladores. Entre
ellas se destacan el Alto Consejo Cultural Francoalemán, la Universidad
Francoalemana y la oficina Francoalemana para la juventud, la que en los
últimos 40 años ha permitido el intercambio entre siete millones de jóvenes de
ambas nacionalidades.12

12 http://www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-130103.html

De igual forma, tras el fin de la Guerra Fría se creó el Centro Marc Block, con
sede en Berlín. El nombre que lleva esta institución es sintomático, Marc Block
fue un destacado historiador francés de origen judío, ejecutado por los nazis en
1944.

El impacto del mencionado tratado y sus positivas consecuencias son enormes,
tan es así que actualmente su fecha de suscripción, por si misma, se ha
tornado en un sitio de memoria. La conmemoración anual de este evento lo ha
convertido en un potente vehículo para la difusión de nuevos discursos que
vinculan a franceses y alemanes, lo que supone, por añadidura, la celebración
de su amistad. La percepción que del otro tiene cada una de las colectividades
a las que hacemos referencia se ha modificado tanto, que ya desde la década
de los años ochenta sus principales autoridades conmemoran juntas las
batallas más sangrientas de las guerras que en el pasado las enfrentaron.

Así, en 1984, Francois Mitterrand y Helmut Kohl se estrecharon las manos
ante las tumbas de Verdún, donde tuvo lugar uno de los enfrentamientos más
largos y penosos en la historia de la humanidad. Del mismo modo, en el año
2004, Gerhard Schroder participó de las celebraciones del 60 aniversario del
desembarco Aliado de Normandía.

Todas estas conmemoraciones se han constituido en sitios de memoria: se
celebraron para recordar acontecimientos del pasado, pero serán recordadas
por si mismas, debido al alto contenido simbólico de su realización.
Finalmente, una “Historia en Común” es ya la cotidianidad para los estudiantes
de las escuelas secundarias francoalemanas. Desde marzo de 2006, un sólo
texto escolar acerca a estos adolescentes a la historia de su país y la del
vecino. No se trata de una historia oficial que fusiona maniqueamente las de
cada parte. Más bien, los futuros ciudadanos francoalemanes se están
formando en el conocimiento del pasado y la cultura del otro, enfatizando
similitudes pero también respetando diferencias. En dicho texto, muchos
capítulos narran dos versiones del mismo acontecimiento y existen también
pasajes históricos que sólo narran acontecimientos de la historia de una de
ambas naciones, para así ser conocida por la otra. 13

13 Cfr. http://www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html

Sobre este particular, sostuvo el ex ministro francés de educación, Francois
Fillon que:

“Hemos conocido siglos en los que la historiografía alimentaba el rencor
entre nosotros. Hoy queremos aprovechar la oportunidad de convertirla
en el pilar de nuestra unión”

(http://www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html)

La implementación de políticas como las que acabamos de describir nos
remiten al debate en torno a la dicotomía existente entre memoria oficial y
memoria subterránea. Sobre este particular, Michael Pollack sostiene que:

“(…)Todo trabajo orientado a homogenizar la memoria de un grupo tiene
límites, no puede construirse arbitrariamente. Debe satisfacer ciertos
requisitos de justificación. Es muy poco probable construir una memoria
exnihilo, su imposición es casi imposible”. (1993 p. 35).

Sostiene también Pollack que los colectivos a los que se dirigen estos nuevos
discursos difícilmente serán asimilados por aquellos, si no son de algún modo
afines con sus intereses y expectativas, tampoco lo serán si no se renuevan y
adaptan a las circunstancias venideras.14

14 Cfr. Pollack 1993: 35

Sobre este particular, creemos que la claridad de los objetivos estatales puede
ser la mejor clave para que políticas de este tipo alcancen el éxito, en la
medida en que sean compatibles con las aspiraciones de los colectivos a las
que se dirigen.

Para el caso francoaleman, es probable que la meta principal de ambos
estados –la reconciliación, la pacífica convivencia, y la integración política y
económica- haya sido percibida como necesaria por los diferentes colectivos
que se desenvuelven en el seno de sus respectivas sociedades. Así las cosas,
con mayor o menor resistencia en el tiempo, éstos lograron identificarse con
aquellos discursos y asumirlos como propios.

Política del perdón alemana

Tras el fin de la Guerra Fría y la difusión de múltiples historias que reafirman la
identidad de las minorías, los alemanes han desarrollado una política del
perdón con la finalidad de acercarse a aquellas colectividades contra las cuales
se cometieron excesos durante la Segunda Guerra Mundial o en otros
contextos históricos.

En 1997, como parte de la conmemoración del sesenta aniversario del
bombardeo a Guernica, Alemania pidió públicas disculpas al pueblo vasco, por
la agresión que tuvo lugar en 1937, durante la Guerra Civil española.

Asimismo, en el año 2000, el entonces Presidente Federal alemán Johannes
Rau visitó Kalavitra, localidad griega que durante la segunda Guerra Mundial
sufriera la ejecución de 1300 de sus habitantes “(…) lo que constituyó una
señal pública y oficial de que Alemania pidió perdón por lo sucedido”.

http://www.holocaust-education.de/?site=pp_import_de_0000055&lp=es

Ese año, el mismo mandatario tomó la palabra ante la Knesset, Parlamento
israelí, y pidió disculpas por los crímenes de Guerra cometidos por el régimen
nazi.

En síntesis, el desarrollo de una política del perdón ha favorecido el
acercamiento entre el Estado y pueblo alemanes con aquellos colectivos que
fueron víctimas de excesos durante la Segunda Guerra Mundial. Además de
favorecer el acercamiento entre las partes; estos eventos simbólicos también
se han convertido en sitios de memoria, cada uno de ellos expresa un acto de
reconciliación y como tal es recordado y conmemorado cada año; sientan pues
un hito en el camino para mejorara las relaciones entre colectividades
distanciadas por acontecimientos de su pasado común.

Estas políticas y gestos oficiales, sin constituirse por si mismos en la cura para
antiguas heridas abiertas en diferentes colectividades, constituyen un punto de
partida imprescindible cuando se trata de revertir el exceso de pasado que
suele presentarse en aquellas sociedades que han experimentado el trauma
de una ocupación y/o una agresión de carácter militar.

Lo que se logra con ellas es generar discursos nuevos acerca del otro, los que
discurrirán en los mismos espacios en donde ya se encuentran instalados los
antiguos. Su eficacia para introducir otros recuerdos en la colectividad
dependerá de cuán compatibles resulten con las reales expectativas de los
colectivos a las que se dirijan, así como de su continuidad en el tiempo.

Asimismo, deben corresponder a las necesidades específicas de dichas
poblaciones y ser capaces de integrarse con los discursos espontáneos y
subterráneos que se originan en ellas.15

15 (Cfr. Pollack 1993: 35)

A manera de conclusión

¿Es posible que el pasado, la memoria y la historia dejen de dividirnos a
peruanos y chilenos?; ¿es posible acaso cambiar esos imaginarios tan
profundamente arraigados?, ¿es posible, en fin, una política de la memoria que
reconcilie a Chile con el Perú y viceversa?.

Iniciaré mi respuesta a esta interrogante retomando lo que señalé líneas arriba
y que atañe la política, cuyo discurrir en el presente la hace protagonista del
proceso de selección de los acontecimientos del pasado. Así, la difusión de
discursos comunes e integradores para conciliar las memorias de las
colectividades peruana y chilena difícilmente alcanzará la meta de la
reconciliación sin el respaldo de sus políticos, a través de sus decisiones.
Más allá de los acuerdos entre los dirigentes de ambos estados, parece claro
que las políticas a aplicar en un caso y en el otro distan de ser las mismas.

Afuer de resultar discutibles a la luz de la historiografía de cada país, los roles
asignados a cada uno de ellos son más bien opuestos, dicotómicos y se
desprenden del triunfo chileno en la Guerra del Pacífico: vencedor-vencido
conquistador-conquistado; agresor-agredido.

No quisiera en las últimas líneas de esta breve disertación fungir de “gurú” de
estas problemáticas y proponer una solución que resultaría pretenciosa frente a
la complejidad de la cuestión. Pero si ambas partes – en este caso los Estados
y sus autoridades – llegasen a admitir la necesidad de superar la incidencia de
estas negativas imágenes en sus respectivos colectivos, podrían comenzar
preguntándose, cada cual a su turno, ¿en qué estoy mal yo?, ¿en qué debo
mejorar?, ¿como me percibe el otro y por qué?; ¿qué espera el otro de mi?

Quizá la aparente banalidad de estos planteamientos, esconda los atisbos de la
solución y talvez, a través de una versión muy sui géneris de psicoanálisis, los
estados peruano y chileno resulten capaces de diagnosticar más
acertadamente el mal que aqueja la memoria de sus sociedades para tratarlo
con mejores resultados que hasta ahora y en concordancia con las
aspiraciones de los colectivos a los que representan.

Daniel Parodi Revoredo
Pontificia Universidad Católica del Perú

Bibliografía

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2001 Pensar la Historia en ¿tiempos posmodernos?. pp.19-41
En Memoria y Civilización, n4.
BIRULES, Fina.
2002 La crítica de lo que hay: entre memoria y olvido.
En Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el mundo
contemporáneo. Barcelona, Paidós.
BRAUER, Daniel.
2002 La fragilidad del pasado.
En: Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el
mundo contemporáneo. Barcelona, Paidós.
CRUZ, Manuel,
2002 El pasado en la época de su reproductibilidad técnica.
En: Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el
mundo contemporáneo. Barcelona, Paidós.
GOMEZ RAMOS, Antonio.
2002 El espejo deformante de nuestros días.
En: Hacia dónde va el pasado. El porvenir de la memoria en el
mundo contemporáneo. Barcelona, Paidós.
HOBSBAWN Eric y RANGER Terenger (eds.)
2002 La invención de la tradición. Barcelona, Crítica, 2002.
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2004 EL rostro actual de Clío. La historiografía contemporánea:
desarrollo, cuestiones y perspectivas. Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú, 2004.
RICOEUR, Paul.
1999 Historia y Narratividad. Barcelona, Ediciones Paidos, 1999
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2000 Los abusos de la memoria. Barcelona, Ediciones Paidos, 2000
MINISTERE DES AFFAIRES ETRANGERES ET EUROPEENES
2006 (http:///www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html)
Sitio web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia;
contiene información sobre la institución y enlaces de interés
(consulta 5 de septiembre)
EMBAJADA DE FRANCIA EN MEXICO
2006 ( www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-
130103.html).
Sitio web oficial de la Embajada de Francia en México; contiene
información sobre la institución y enlaces de interés (consulta 2 de
septiembre)
APRENDER DE LA HISTORIA: nazismo y holocausto en la educación alemana
2000 Kalavrita: una comunidad griega
(www.holocaust-education.de/?site=pp_import_de_0000055&lp=es)
(consulta 9 de septiembre de 2006)
* Profesor del Departamento de Humanidades de la PUCP. Este artículo es un avance de la tesis doctoral
del autor y acaba de ser publicado. La referencia bibliográfica es la siguiente: PARODI REVOREDO,
Daniel. "Entre el \"dolor de la amputación\" y el "complejo de Adán": imaginarios peruanos y chilenos de
la Guerra del Pacífico\", en Claudia Rosas Lauro (editora). El odio y el perdón en el Perú. Siglos XVI a
XXI. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2009, pp. 169-180.
1 Cfr. Beltrán 2002:35

Chile, Entre la Institucionalidad y el Sueño Imperialista

01/02/09
Palabras Esdrújulas

Por Daniel Parodi Revoredo

Nota: El presente artículo replica a otro titulado “Perú, instituciones y respeto al derecho” de la autoría del Internacionalista chileno Juan Emilio Cheyre, que apareció publicado en el Diario El País de España, en su edición del 21/01/2009.

Tras la Revolución Francesa de 1789, el moderno concepto de nación se convirtió en referente obligado de la ideología estatal. Junto con él, la bandera, el himno, las efemérides patrias y la historia oficial delinearon la doctrina que adhirió el conjunto de individuos al estado-nación en construcción.

La República de Chile no es la excepción a la regla. El relativo orden institucional que experimentó durante el transcurso del siglo XIX, así como su exitosa inserción económica en los mercados internacionales, son hasta hoy recogidos por su discurso y su historia oficiales. Estos proyectan en su colectividad la imagen de un país triunfador, estable y desarrollado.

Las imágenes aludidas suelen provenir de referentes reales; pero el discurso que las enuncia se corresponde más con el imaginario, que es un estadio intermedio entre la realidad y la ficción. De hecho, la narrativa nacionalista tiende a resaltar los aspectos positivos y a omitir- o matizar- aquellos que no lo son tanto.

Por ello es pertinente recordar que, entre los años 1973 y 1989, los destinos de Chile fueron regidos por una de las dictaduras más feroces de América Latina, caracterizada por la sistemática violación de los derechos humanos. Posteriormente, el sistema judicial chileno no fue capaz de ejecutar un procesamiento eficaz contra el dictador Augusto Pinochet. De hecho, la orden internacional de extradición con fines de juzgamiento, dictada por el juez de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón, obtuvo mejores resultados que la justicia de Chile.

Por otro lado, la problemática de la mediterraneidad boliviana ha sido reconocida por diversos foros internacionales como factor de inestabilidad socio-política en la región sudamericana. No obstante los reiterados reclamos de la República de Bolivia, Chile niega la existencia de un contencioso entre ambos estados. Es cierto que en 1904 ambos países suscribieron un tratado de límites que establece la demarcación fronteriza actualmente vigente, pero también lo es el permanente perjuicio que el confinamiento continental supone para el desarrollo de la actividad comercial boliviana. 1

La referida posición chilena se contradice con la asumida por el Perú en un caso análogo: la demarcación de la frontera peruano-ecuatoriana. En 1942, el Perú y Ecuador suscribieron el protocolo de Río de Janeiro que estableció los límites fronterizos entre ambos estados. Posteriormente, el Estado peruano atendió la reclamación ecuatoriana sobre los términos del referido acuerdo, lo que dio lugar, en 1998, a la suscripción de la Paz de Itamaraty. Este convenio le ha puesto fin a un secular conflicto fronterizo y ha potenciado la integración socio-económica de ambos países.

Acerca de la controversia marítima peruano-chilena, que actualmente ventila la Corte Internacional de Justicia de la Haya, la cancillería peruana propone que la línea media bisectriz entre las perpendiculares a las costas peruana y chilena se constituya en la frontera marítima; de este modo ninguno de ambos países se vería perjudicado por la posición de su litoral con respecto al paralelo geográfico. La postura chilena, en cambio, considera dicho paralelo como frontera. Este enfoque le es muy favorable pues su ubicación litoral, perpendicular al paralelo geográfico, le permite contar con 200 millas marítimas apenas al iniciarse su territorio. No obstante, no ocurre lo mismo con el Perú que alcanza las 200 millas marítimas cientos de kilómetros al interior del suyo.

A pesar de la evidente inequidad de este enfoque, Chile alega que en dos tratados bilaterales firmados con el Perú -1952 y 1954- se estableció el paralelo geográfico como frontera marítima. Por su parte, el Perú replica que los referidos convenios se suscribieron para regular la actividad pesquera fronteriza y subraya que no son tratados limítrofes.

En todo caso, la concurrencia peruana a la Corte Internacional de Justicia es expresión de su voluntad por resolver la controversia por la vía regular, con apego a los foros internacionales. Este último particular tiene su correlato en la política interna del Perú. No es casualidad que el ex-Presidente del Perú, Ing. Alberto Fujimori, y su ex–asesor de inteligencia, Vladimiro Montesinos, hayan sido condenados por delitos de corrupción en agravio del Estado y se encuentren aguardando sentencia por crímenes de lesa humanidad y violación a los derechos humanos. La efectividad del sistema judicial peruano al encausar al ex-dictador –sin indultos, ni leyes del olvido y el perdón- es un hecho sin precedentes en América latina.

La disimilitud entre las políticas internacionales e internas del Perú y de Chile preocupa de cara a la actual tramitación, en la Corte internacional de Justicia de la Haya, de la antes mencionada controversia marítima. Preocupan la poca flexibilidad mostrada por la cancillería chilena en casos análogos y la existencia de remanentes militaristas en sus esferas políticas.

Además, la colectividad chilena se auto-percibe como políticamente estable y económicamente desarrollada, en oposición al supuesto caos institucional que atribuye al Perú. Por ello, observamos que un fallo de la corte de la Haya contrario a sus intereses podría desencadenar en Chile una corriente de opinión opuesta a su cumplimiento, dirigida por sectores nacionalistas poco dispuestos a realizar concesiones a un vecino que ponderan políticamente inestable y socialmente subdesarrollado.

Así, la disyuntiva entre la institucionalidad y el sueño imperialista pondrá a prueba al Estado y sociedad chilenos cuando se anuncie el fallo de la Corte Internacional de Justicia. Por el bien de la integración sudamericana, y la de ésta con los foros económicos y políticos mundiales, deseamos que Chile demuestre ser lo que dice: una potencia cosmopolita e institucionalizada que funge de ejemplo para los demás países del continente sudamericano.

1.- Chile se anexó el territorio litoral boliviano durante la Guerra del Pacífico (1879 – 1883) que confrontó a este país con la Alianza Perú-Boliviana; desde entonces Bolivia perdió su cualidad marítima y se convirtió en un país mediterráneo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cien flores


La República
Mié, 09/12/2009
Por Antonio Zapata

Un nueve de diciembre, la batalla de Ayacucho selló la independencia de América, culminando guerras y revoluciones que venían durando largos años. El aniversario que se cumple el día de hoy se inscribe en la dinámica del bicentenario. Varios países latinoamericanos ya han iniciado sus celebraciones y nosotros en el Perú nos hallamos en el partidor. Pero, la independencia es problemática en la tradición peruana porque, como es largamente sabido, somos el último país en liberarse y, peor aún, carecemos de héroes propios.

Así, con respecto a la emancipación, la cuestión en el Perú siempre ha sido encontrar un motivo para celebrar. Con esta inquietud, la generación del centenario descubrió a los próceres. De acuerdo a Porras, Basadre y Sánchez, el Perú carecía de líderes políticos y militares de la era independentista, pero era el país clave de los antecedentes. Ahí estaba Vizcardo y Guzmán, que había sido el primero en plantear explícitamente el tema de una patria propia de los americanos, como entidad distinta y opuesta a España. La célebre Carta a los Españoles Americanos escrita por el jesuita arequipeño abrió la lucha independiente en todo el continente. Por ello, en el curso de la primera expedición patriota, dirigida por Francisco de Miranda en Venezuela, el folleto que se repartió como propaganda era la famosa Carta de Vizcardo.

Años después, la generación del cincuenta, a la que pertenece Pablo Macera entre otros, rescató a Túpac Amaru. No éramos el último, sino el primero. Bastaba olvidar a San Martín y recuperar la autoestima, porque el Perú era la cuna del primer grito de independencia en Latinoamérica. Esa idea estaba clara en la historiografía nacional años antes de Juan Velasco. Pero, recién con el gobierno revolucionario de las FFAA, Túpac Amaru fue elevado a la categoría de padre de la patria, verdadero fundador de la emancipación americana. Además, la gesta del cacique de Tinta venía acompañada por un relevante papel de su esposa, Micaela Bastidas. Por ello, el verdadero héroe de la rebelión de 1780 era una pareja, evocando la creación del Tawantinsuyu. Manco Cápac y Mama Ocllo asomaban detrás de Túpac Amaru y Micaela Bastidas. Los primeros fundaron un imperio, los segundos consagrarían la libertad del Perú independiente.

Pero, luego cayó Velasco y se derrumbó el edificio del nacionalismo militar. Sus principales proyectos y mensajes se desacreditaron. Túpac Amaru fue relegado. Los historiadores resaltaron que su movimiento corresponde a la coyuntura de las reformas borbónicas y que la independencia no había aparecido aún. A esta misma época corresponde la visión descreída de Heraclio Bonilla y su famosa tesis de la independencia concedida.

Los criollos peruanos no habrían estado interesados en la emancipación y ésta habría venido de fuera, impuesta por ejércitos extranjeros, conducidos por San Martín y Bolívar, obligando a nuestros criollos, que deseaban seguir siendo españoles. Esa fue la opinión de Bonilla, fuente de una enorme polémica en los años setenta.

Todas estas interpretaciones siguen vivas. Ninguna ha cancelado completamente las anteriores, más bien se han combinado libremente. Ante esa materia prima, la generación actual de estudiosos ha de plantear un enfoque nuevo, que sintetice el parecer del presente frente a la independencia nacional. De acuerdo a cómo marcha el país, posiblemente será la explosión de lo local.

Acorde con la descentralización, el próximo estudio colectivo de la emancipación ha de subrayar la participación de las diversas regiones en el proceso. Surgirán cien héroes y a ellos se deberán los pueblos, como las cien flores de Mao.

LA BATALLA DE AYACUCHO

Extraido del sitio web Efemérides venezolanas



El 9 de diciembre de 1824, Antonio José de Sucre, con 6.000 soldados, se enfrenta y vence al virrey La Serna, quien guía 9.320 hombres, en el campo inmortal de Ayacucho, que en lengua quechua quiere decir Rincón de los Muertos.

Poco antes, Bolívar le había escrito- «Expóngase usted, general, a todas las contingencias de una batalla antes que a los peligros de una retirada». J.A. Cova dice que la Batalla de Ayacucho «no es solamente una épica acción de armas en cuanto a técnica y pericia militar. Es más: la creación de un gran artista, de un supremo artífice que ha vivido soñando con su obra maestra y finalmente la ve realizada con todos los contornos de la obra perfecta. En Ayacucho nada faltó para dar majestad y carácter a la suprema concepción de Sucre».

Con Ayacucho se dio libertad al Perú y también al Alto Perú, que después se llamó Bolivia. Asistieron a Sucre oficiales de la talla de Jacinto Lara, La Mar, Córdova, Miller, José Laurencio Silva. Sucre ofreció a los vencidos una capitulación tan gloriosa como la misma batalla, por estimar que «es digno de la generosidad americana conceder algunos honores a soldados que han permanecido y vencido catorce años en el Perú.»

La jornada de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, terminó en el Sur la guerra de independencia que comenzó en el Norte con la batalla de Lexington el 19 de abril de 1775.

El continente americano, de polo á polo, iba á ser libre.

Tenían los realistas 9.320 hombres disponibles de todas armas y once piezas de artillería. Sucre sólo contaba con 6.000 hombres de infantería y caballería, y una sola pieza de artillería.

¿Hay alguien que crea que nuestras fuerzas eran desiguales? No; que allí estaba Córdova, y Silva y Luque, y Lara, y Lamar, y sobre todo Sucre, que valía un ejército. -Este recorría las filas diciendo á los soldados: De los esfuerzos de este día depende la suerte del Sur América. Este será un día de gloria que coronará nuestra constancia. Soldados! viva el Libertador, viva Bolívar, el Salvador del Perú! - Tan animadas palabras produjeron un efecto eléctrico y fueron seguidas de «vivas» entusiastas!...

Valdez atacó nuestra división Lamar, y, con tal ímpetu, que por el momento la obligó á ceder.- En el acto Sucre que con una serenidad inalterable vigilaba desde un punto llamado la Sabaneta, los movimientos de ambos ejércitos, ordenó á Córdova que cargara sobre el centro enemigo, y reforzó la división Lamar. - Córdova se desmontó de su caballo y desnudando la espada lo mató. «Soldado, les dijo gallardamente, yo no quiero medios para escapar y sólo conservo mi espada para vencer. Adelante, paso de vencedores! « - Y no fue fanfarronada; porque cayó sobre dos batallones de la división Villalobos y sobre ocho escuadrones y los arrolló en un momento.- Nada pudo resistir su carga.- Monet corrió con su división en ayuda de Villalobos; pero Córdova la desbarató también. En breves instantes, Monet estaba herido, varios jefes habían perecido, y los soldados se dispersaban con pavor. Dos batallones quisieron formarse, pero Córdova no les dio tiempo...

- Al frente de la caballería colombiana estaba Silva. ¿Podrían los realistas sufrir su terrible choque? Silva herido gravemente desde el principio, vertiendo sangre, era irresistible. No pensaba en la muerte, sino en la libertad y en la gloria, y se entraba furioso por las lanzas castellanas.- Atónito el Virrey, ordenó adelantar la reserva que mandaba Canterac, con la intimación expresa de hacer el último y más desesperado esfuerzo. Todo fue en vano! Nuestros soldados (señaladamente los colombianos) eran hombres a toda prueba, regidos por capitanes valerosísimos, ganosos todos de honra, fieles á los intereses de la independencia y determinados á perder la vida o reconquistar la libertad de la América: ¿qué triunfo podía obtenerse contra estos hombres? Al principio el combate había sido infeliz en nuestra izquierda; pero muy luego se restableció la pelea, y nada pudo resistir la embestida simultánea de nuestras tropas. La derrota se hizo general entre los realistas, y como dice el parte oficial, la derrota fue completa y absoluta. Lamar persiguió á los vencidos atravesando profundas y escabrosas cañadas que se le interponían.- Córdova trepó con sus batallones las ásperas faldas del Condorcanqui é hizo prisionero al Virrey. Lara marchó por el centro y continuó la persecución. Los españoles se vieron cortados en todas direcciones. El triunfo fue nuestro, alcanzado á impulsos del valor y del heroísmo. Contra doble fuerza pelearon nuestros soldados; y en la tarde de aquel espléndido y venturoso día, nuestros depósitos contaban más prisioneros que tropas para custodiarlos. ¿Qué arbitrio quedaba á los realistas? - Morir o entregarse......... Ellos se entregaron!! - A las cinco y media de la tarde se presentó en nuestro campo el Comandante Mediavilla, ayudante de campo del General Valdez, solicitando por el General en Jefe para proponer una capitulación. Luego vinieron los Generales Canterac y Carratalá, y ajustaron con el modesto Sucre las condiciones de aquel tratado, que se firmó en Quinúa.

Canterac firmó la capitulación por la prisión del Virrey.

Los términos de este convenio fueron: lº. que serían transportados á costa de la República todos los individuos del ejército español que quisieran regresar á su patria, socorriéndoles entre tanto con media paga, y que se admitirían en el Perú en su mismo empleo á los que prefiriesen continuar sirviendo en este país; 2º. que ninguna persona sería incomodada por sus opiniones y servicios prestados a la causa del Rey, y que se permitiría salir del Perú y disponer dentro de tres años de sus propiedades á todas las personas que quisieran ejecutarlo; 3º. que los Generales, Jefes y Oficiales prisioneros en la batalla y en la campaña anterior quedarían en libertad, conservando todos los capitulados el uso de sus espadas y uniformes, y la más completa seguridad para reunir sus intereses y familias, trasladándose al efecto á los lugares que escogieran; más no podrían volver á tomar las armas contra la América en la guerra de independencia, ni trasladarse á punto alguno ocupado por las armas de la metrópoli; 4º. que se entregarían él Ejército Unido Libertados los restos del español y todo el territorio que dominaban las tropas reales hasta el Desaguadero, junto con las guarniciones, parques, maestranza, almacenes militares y los demás objetos correspondientes al Gobierno de la Península. Debía comprenderse la plaza del Callao, que se entregaría al Libertador, permitiéndose á los buques españoles de guerra y los mercantes hacer víveres en los puertos del Perú, por el término de seis meses, y aprestarse para su largo viaje, á cuyo efecto se les franquearían los correspondientes pasaportes para salir con seguridad del Pacífico y seguir á los puertos de Europa.

Por efecto de este convenio quedaron en nuestro poder, como prisioneros de guerra los Generales Laserna, Canterac, Valdez, Carratalá, Monet, Villalobos, Ferraz, Bedoya, Somocurcio, Atero, Cacho, Landazuri, GarcíaCamba, Pardo, Vigil y Tur, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 ofíciales y toda la tropa. Aunque las fuerzas realistas disponibles en Ayacucho alcanzaron á 9.3 10 hombres, que fueron batidos por 5.780 de nuestros valientes, no perdieron arriba de 2.400 entre muertos y heridos; mucha parte de la tropa, abandonando las armas, se escapó furtivamente.

Es esta la célebre batalla de Ayacucho que consumó la independencia americana.- El comportamiento de nuestras tropas fue brillante por extremo en aquel glorioso día; pero nada hubo comparable con el ardimiento de Córdova, que destrozó la mayor parte del ejército español. Córdova fue ascendido á General de división en el mismo campo de batalla. Apenas contaba veinte y cinco años de edad! - Hé aquí las palabras de un testigo presencial y por su carácter muy exacto y justiciero. «Sucre, dice el General Miller en sus Memorias, expuesto durante la acción á todos los peligros, porque se halló donde quiera que su presencia fue necesaria, hizo pruebas de la mayor sangre fría, su ejemplo produjo el mejor efecto.- Lamar desplegó las mismas cualidades y con una enérgica elocuencia conducía los cuerpos al ataque y los conservaba en formación. El heroísmo de Córdova fue la admiración de todo el mundo.- Lara estuvo brillante de actividad y de disciplina.- Gamarra ostentó su tacto habitual.- Los coroneles O'Connor, y Plaza, los oficiales de los cuerpos. Carvajal, Silva, Suárez, Blanco, Braun, Medina, Olavarría que hicieron alarde de tanto valor en Junín, se distinguieron otra vez en Ayacucho». Miller, añadiré yo para completar el cuadro, Miller á la cabeza del regimiento de Húsares de Junín, se comportó con una inteligencia y un valor sereno dignos de él, que era tan ilustre militar.

Nueve de diciembre de 1824. ¡Día de gloria y de esplendor en los anales de nuestra libertad! ¡Día de bendición, en que lució la suave aurora del contento y de la más magnífica esperanza! En él, una batalla brillante, la más mágica de la historia, fijó para siempre el destino de nuestro suelo, y los españoles abandonaron esta tierra codiciada, cuyas riquezas fueron origen de tanta ruinas!.

La obra estupenda que se inició el 19 de abril de 1810 quedó allí terminada. ¡Dióse el grito en Caracas de independencia, y al cabo de catorce años de lucha sin ejemplo, un venezolano digno amigo y alumno de Bolívar, selló con un prodigio en el Perú, la empresa el designio de nuestra emancipación... !

(Larrazabal - Vida del Libertador).

DE LA VIDA DEL GENERAL SUCRE ESCRITA POR EL LIBERTADOR- BATALLA DE AYACUCHO (FRAGMENTO)
El ejército recibió todos los auxilios necesarios debidos, sin duda, tanto á los pueblos peruanos que los prestaban como al Jefe que los había ordenado tan oportuna y discretamente.

El General Sucre después de la acción de Junín se consagró de nuevo a la mejora y alivio del ejército. Los hospitales fueron provistos por él, y los piquetes que venían de alta al ejército, eran auxiliados por el mismo General: estos cuidados dieron al ejército dos mil hombres, que quizá habrían perecido en la miseria sin el esmero del que consagraba sus desvelos á tan piadoso servicio. Para el General Sucre todo sacrificio por la humanidad y por la patria, parece glorioso. Ninguna atención bondadosa es indigna de su corazón: él es el general del soldado.

Cuando el Libertador lo dejó encargado de conducir la campaña durante el invierno que entraba, el General Sucre desplegó todos los talentos superiores que lo han conducido á obtener la más brillante campaña de cuantas forman la gloria de los hijos del nuevo mundo. La marcha del ejército unido desde la provincia de Cochabamba hasta Huamanga, es una operación insigne, comparable quizá á la más grande que presenta la historia militar. Nuestro ejército era inferior en mitad al enemigo, que poseía infinitas ventajas materiales sobre el nuestro. Nosotros nos veíamos forzados á desfilar sobre riscos, gargantas, ríos, cumbres, abismos, siempre en presencia de un ejército enemigo, y siempre superior. Esta corta, pero terrible campaña, tiene un mérito todavía que no es bien conocido en su ejecución: ella merece un César que la describa.

La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora á los vencedores de catorce años, y á un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho, semejante á Waterloo, que decidió del destino de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando á los americanos el ejercicio de sus derechos y el sagrado imperio de la naturaleza.

El General Sucre es el padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol: es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará á Sucre con un pié en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada.

Lima: 1825.






Capitulación de Ayacucho

Extraído de Analítica.com

                  Antonio José de Sucre
[1824]


«Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que, el ejército español, llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer y ajustar con el señor general de división de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante en jefe del ejército unido libertador del Perú, las condiciones que contienen los artículos siguientes:

»1° El territorio que guarnecen las tropas españolas en el Perú, será entregado a las armas del ejército libertador hasta el Desaguadero, con los parques, maestranza y todos los almacenes militares existentes.

»1° Concedido, y también serán entregados los restos del ejército español, los bagajes y caballos de tropas, las guarniciones que se hallen en todo el territorio y demás fuerzas y objetos pertenecientes al gobierno español.

»2° Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a su país, y será de cuenta del Estado del Perú costearle el pasaje, guardándole entretanto la debida consideración y socorriéndole a lo menos con la mitad de la paga que corresponda mensualmente a su empleo, ínterin permanezca en el territorio.

»2° Concedido; pero el gobierno del Perú sólo abonará las medias pagas mientras proporcione transportes. Los que marcharen a España no podrán tomar las armas contra la América mientras dure la guerra de la independencia, y ningún individuo podrá ir a punto alguno de la América que esté ocupado por las armas españolas.

»3° Cualquier individuo de los que componen el ejército español, será admitido en el del Perú, en su propio empleo, si lo quisiere.

»3° Concedido.

»4° Ninguna persona será incomodada por sus opiniones anteriores, aun cuando haya hecho servicios señalados a favor de la causa del rey, ni los conocidos por pasados; en este concepto, tendrán derecho a todos los artículos de este tratado.

»4° Concedido; si su conducta no turbare el orden público, y fuere conforme a las leyes.

»5° Cualquiera habitante del Perú, bien sea europeo o americano, eclesiástico o comerciante, propietario o empleado, que le acomode trasladarse a otro país, podrá verificarlo en virtud de este convenio, llevando consigo su familia y propiedades, prestándole el Estado proporción hasta su salida; si eligiere vivir en el país, será considerado como los peruanos.

»5° Concedido; respecto a los habitantes en el país que se entrega y bajo las condiciones del artículo anterior.

»6° El Estado del Perú respetará igualmente las propiedades de los individuos españoles que se hallaren fuera del territorio, de las cuales serán libres de disponer en el término de tres años, debiendo considerarse en igual caso las de los americanos que no quieran trasladarse a la Península, y tengan allí intereses de su pertenencia.

»6° Concedido como el artículo anterior, si la conducta de estos individuos no fuese de ningún modo hostil a la causa de la libertad y de la independencia de América, pues en caso contrario, el gobierno del Perú obrará libre y discrecionalmente.

»7° Se concederá el término de un año para que todo interesado pueda usar del artículo 5°, y no se le exigirá más derechos que los acostumbrados de extracción, siendo libres de todo derecho las propiedades de los individuos del ejército.

»7° Concedido.

»8° El Estado del Perú reconocerá la deuda contraída hasta hoy por la hacienda del gobierno español en el territorio.

»8° El Congreso del Perú resolverá sobre este artículo lo que convenga a los intereses de la república.

»9° Todos los empleados quedarán confirmados en sus respectivos destinos, si quieren continuar en ellos, y si alguno o algunos no lo fuesen, o prefiriesen trasladarse a otro país, serán comprendidos en los artículos 2° y 5°.

»9° Continuarán en sus destinos los empleados que el gobierno guste confirmar, según su comportación.

»10. Todo individuo del ejército o empleado que prefiera separarse del servicio, y quedare en el país, lo podrá verificar, y en este caso sus personas serán sagradamente respetadas.

»10. Concedido.

»11. La plaza del Callao será entregada al ejército unido libertador, y su guarnición será comprendida en los artículos de este tratado.

»11. Concedido; pero la plaza del Callao, con todos sus en seres y existencias, será entregada a disposición de S. E. el Libertador dentro de veinte días.

»12. Se enviarán jefes de los ejércitos español y unido libertador a las provincias unidas para que los unos reciban y los otros entreguen los archivos, almacenes, existencias y las tropas de las guarniciones.

»12. Concedido; comprendiendo las mismas formalidades en la entrega del Callao. Las provincias estarán del todo entregadas a l os jefes independientes en quince días, y los pueblos más lejanos en todo el presente mes.

»13. Se permitirá a los buques de guerra y mercantes españoles hacer víveres en los puertos del Perú, por el término de seis meses después de la notificación de este convenio, para habilitarse y salir del mar Pacífico.

»13. Concedido; pero los buques de guerra sólo se emplearán en sus aprestos para marcharse, sin cometer ninguna hostilidad, ni tampoco a su salida del Pacífico; siendo obligados a salir de todos los mares de la América, no pudiendo tocar en Chiloé, ni en ningún puerto de América ocupado por los españoles.

»14. Se dará pasaporte a los buques de guerra y mercantes españoles, para que puedan salir del Pacífico hasta los puertos de Europa.

»14. Concedido; según el artículo anterior.

»15. Todos los jefes y oficiales prisioneros en la batalla de este día, quedarán desde luego en libertad, y lo mismo los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército.

»15. Concedido; y los heridos se auxiliarán por cuenta del erario del Perú hasta que, completamente restablecidos, dispongan de su persona.

»16. Los generales, jefes y oficiales conservarán el uso de sus uniformes y espadas; y podrán tener consigo a su servicio los asistentes correspondientes a sus clases, y los criados que tuvieren.

»16. Concedido; pero mientras duren en el territorio estarán sujetos a las leyes del país.

»17. A los individuos del ejército, así que resolvieren sobre su futuro destino en virtud de este convenio, se les permitirá reunir sus familias e intereses y trasladarse al punto que elijan, facilitándoles pasaportes amplios, para que sus personas no sean embarazadas por ningún Estado independiente hasta llegar a su destino.

»17. Concedido.

»18. Toda duda que se ofreciere sobre alguno de los artículos del presente tratado, se interpretará a favor de los individuos del ejército español.

»18. Concedido; esta estipulación reposará sobre la buena fe de los contratantes.

»Y estando concluidos y ratificados, como de hecho se aprueban y ratifican estos convenios, se formarán cuatro ejemplares, de los cuales dos quedarán en poder de cada una de las partes contratantes para los usos que les convengan.

Dados, firmados de nuestras manos en el campo de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.

José Canterac.-Antonio José de Sucre.