sábado, 19 de diciembre de 2009

Entre el complejo de Adán y el dolor de la amputación: imaginarios contemporáneos de la Guerra del Pacífico

Fuente PUCP
Por: Daniel Parodi Revoredo

El proceso de globalización mundial y la relativa pérdida de vigencia del
Estado-nación obligan al historiador a preocuparse por analizar procesos y
relaciones que exceden este marco. Así, la actualidad le señala la necesidad
de estudiar estructuras y relaciones que se han desarrollado y se desarrollan
en escenarios regionales de mayor envergadura.1

1. Reescribir la historia es posible: a propósito de la memoria y la
posmodernidad

El pasado y el presente de Perú y Chile han establecido entre sí una conflictiva
relación, en la cual las memorias históricas de ambas partes recrean una
dialéctica que tiñe la realidad con imaginarios colectivos que dificultan un mejor
entendimiento. Parece entonces que ambos países actuasen contracorriente,
mientras que el mundo global apuesta por la integración.

Es por ello que en el presente ensayo nos proponemos establecer qué tipo de
relación entre pasado y presente confronta a Chile y el Perú, cuáles son sus
orígenes remotos, sus motivaciones presentes y de qué manera podría ésta
armonizarse para crear nuevos sitios de memoria y trasmitir imágenes positivas
del pasado, que coadyuven a fortalecer los lazos de amistad y la integración
entre ambos pueblos.

La posmodernidad  propone el fracaso del proyecto ilustrado, la crisis de los
grandes paradigmas, así como la crítica de los grandes relatos y de la Historia
Universal Occidental. 2 Esta nueva visión del mundo plantea a la disciplina
histórica el reto de una renovación, la que debe considerar la fragmentación de
los discursos, la multiplicación de puntos de vista y la revalorización de la
memoria.3

Con respecto a esta última, Todorov nos recuerda que “(…) la neurosis es el
apartamiento del ser conciente de algunos episodios del pasado (…) y que la
curación pasa por recuperarlos para colocarlos en una posición periférica, a fin
de controlarlos y desactivarlos”.(Todorov 2000:24).4 El mismo autor enfatiza en
la labor de selección que ejecuta la memoria, en donde unos recuerdos son
suprimidos y otros conservados.5

Del mismo modo que la memoria individual, la historia contribuye a fijar la
reminiscencia de los pueblos y su proceder se asemeja al del sujeto, en tanto
que el historiador “(…) organiza, recorta, distribuye y ordena, distingue lo que
es pertinente de lo que no lo es” (Beltrán 2002:32).

2 Cfr. Beltrán 2001: 21-22
3 Cfr. Birulés 2002:144 y Beltrán 2002: 27
4 La cursiva es nuestra. Todas las demás cursivas que aparecen en el presente artículo también lo son.
5 Todorov 2000:15-17

En el contexto de los estados nacionales, cuya perdida de vigencia no suscribo
por completo, la labor del historiador se encuadra en el marco de construcción
ideológica de la nación; la historia que resulta de esta interacción no siempre
coincide con los discursos que se han fijado en la memoria popular, sino que
responde, más bien, al proceso de institucionalización de dichos Estados.6
 
6 Cfr. Hobsbawn y Ranger 2002:20

De lo anteriormente planteado se infiere que, así como se recuerda desde un
determinado presente, también la historia se escribe desde cierta actualidad,
en función de los requerimientos de una realidad concreta o de una coyuntura
específica. Entonces: “¿Tiene el pasado un sentido distinto al de su
evocación?, ¿podemos reconstruir un pasado sin contaminarlo por su
interpretación?”.(Brauer 2002:35).

La respuesta a esta pregunta es negativa, el pasado será siempre el que
nosotros construimos y al historiador le corresponde, más bien, preguntarse
desde cuál presente se ha escrito aquel pasado, desde qué realidad se ha
evocado el tiempo pretérito. Esta aparente desventaja es la que hoy señala el
camino de la disciplina histórica y del historiador. Este último debe identificar
los “excesos de pasado”, así como a aquellos presentes remotos que nos
agreden con sus discursos acerca de aquel, en muchos casos teñidos de
sentimientos de revancha. Sobre este particular, Cruz sostiene que:

“(…) el mejor servicio que el historiador de hoy le
puede rendir a su sociedad es permanecer en el presente
intentando encontrar en la actualidad los indicios de permanencia
de aquellos momentos pero, sobre todo, contribuyendo a que el
presente pueda defenderse de la agresión del pasado, de la
querencia de éste para invadirlo, para luego apropiárselo” (Cruz
2002:29).

El pasado, pues, no es un hecho terminado, está en movimiento y es
susceptible de ser reinterpretado continuamente y adaptado a las nuevas
circunstancia, porque “(…) es la fuerza del presente la que ofrece el hálito de la
esperanza y el coraje de la interpretación del pasado transmitido”. (Gabilondo y
Aranzueque (intro). En Ricoeur 1990:30).

La manera como nos imaginamos el pasado, nuestros imaginarios de lo que
aconteció, tiñen la realidad con diferentes discursos que a veces nos
conflictúan. Frente a esto, el historiador, lejos de establecer verdades, debe
seleccionar unos hechos sobre otros, con la específica finalidad de buscar el
bien para la sociedad en la que se desenvuelve.7

2. El Perú frente a Chile, imaginarios contemporáneos de la Guerra
del Pacífico

Hasta aquí hemos discutido el rol que en el presente desempeñan la Historia,
el historiador, la memoria y los imaginarios colectivos, pero no hemos
mencionado a otro elemento fundamental: la política. Resulta que el pasado
ocupa hoy una posición de privilegio en los debates públicos 8, así como
también sustituye “(…) al futuro como lugar clave de referencia en el debate
político” (Birulés 2002:147).

De este modo, la política tiene la capacidad de convertir a héroes en villanos y
viceversa, de enterrar y desenterrar acontecimientos en tiempos en los cuales
el presente está salpicado de recuerdos, de memoria y de pasado. De este
modo, la política, con frecuencia más que la historia, se convierte en el nexo
entre pasado y presente, los imaginarios colectivos responden muchas veces a
sus requerimientos, activándose a través del impulso mediático o
adormeciéndose cuando, de pronto, dejan de aparece en los titulares
matutinos.

7 Cfr. Todorov 2002:49
8 Cfr Birulés 2002: 142

En Perú y Chile, los imaginarios de la Guerra del Pacífico se confunden con los
problemas presentes, en algunos casos, los más, se desprenden de ellos, en
otros, los menos, los ocasionan.

2.1.- Imaginarios Chilenos: “El complejo de Adán”
Hobsbawn y Ranger nos dicen que:

“(…)la tradición inventada implica un grupo de prácticas de
naturaleza simbólica o ritual que buscan inculcar determinados
valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo
cual implica automáticamente continuidad con el pasado” (2002:8)

El nervio central de la memoria chilena de la Guerra del Pacífico es aquel que
difunde la imagen de un país victorioso y que estructura su discurso
nacionalista en función de su superioridad frente al Perú y Bolivia, la que,
económica y socialmente, fue obtenida tras su éxito militar en la mencionada
contienda.

De cara al presente, esta postura se afirma a través de su posición diplomática
tradicional que, frente a la demanda marítima boliviana, sostiene que no hay
asuntos pendientes entre ambos países. Se añade además a esta postura, la
afirmación de que la inestabilidad política en Bolivia, y las dificultades de su
sociedad, complican el avance de las negociaciones en torno a la mencionada
reivindicación. Además, desde los imaginarios chilenos también se vierte el
discurso que sostiene que el reclamo peruano acerca de la frontera marítima
persigue la finalidad de obstruir la posibilidad de un arreglo chileno-boliviano
con el fin de dar salida al mar a este último país.9

9 Cfr. Maldonado 2006:31

Acerca del Perú, una tesis muy difundida es la del “revanchismo”, discutiendo
estos imaginarios, Maldonado sostiene que en Chile se piensa que “(…)
tradicionalmente las FF.AA. peruanas han procurado obtener el armamento
más moderno para (…) viabilizar su revanchismo” (2006:30) y realizar el
supuesto objetivo de recuperar Arica. Esta tesis viene aparejada con la de “la
disuasión”, que plantea la necesidad de multiplicar las adquisiciones bélicas
chilenas “(…) como seguro frente a las pretensiones revisionistas peruanas
(…)”. (2006:31).

Sin embargo, es posible que la difícil convivencia entre la memoria y el olvido
sean los rasgos más distintivos de la recordación de la Guerra del Pacífico por
parte de amplios sectores de la sociedad chilena. Así, subyace subterráneo en
Chile el discurso que sugiere el olvido colectivo del mencionado conflicto. De
este modo, se afirma que sólo la colectividad peruana lo recuerda y se
encuentra saturada de pasado, mientras que la sociedad chilena ha superado
el acontecimiento y vive mirando hacia el futuro.

Esta postura nos lleva a otra compleja dicotomía: la del olvido frente al silencio.
Sobre este último, Michael Pollack sostiene que (…) “En ausencia de toda
posibilidad de hacerse comprender, el silencio sobre uno mismo -diferente del
olvido- puede ser una condición necesaria para mantener la comunicación con
el entorno (…).”10 (1993:p.38)

No pretendemos en estas líneas desentrañar los imbricados lazos de un
discurso, que como en toda colectividad, se entremezcla con muchos otros,
pero no podemos descartar la presencia del silencio, tanto en la percepción
chilena acerca de la Guerra del Pacífico, así como en la construcción del
discurso sobre este acontecimiento. Es así como se priorizan batallas y hechos
victoriosos sobre aspectos más difíciles de procesar como la posesión forzada
del territorio peruano o los excesos cometidos por la soldadesca durante la
ocupación.

10 Todos los fragmentos del artículo de Pollack citados, han sido traducidos por el autor de esta nota.

De este modo, la memoria, el olvido y el silencio parecen estar presentes en la
construcción del discurso chileno acerca del conflicto que es materia de este
estudio, lo que enriquece las posibilidades de su estudio y plantea el reto de
profundizarlo en futuras investigaciones.

2.2.- Imaginarios peruanos: “El dolor de la amputación”

“Dicen los que lo han sufrido, que el peor de los dolores, el dolor más
insoportable es el dolor fantasma, el que deja como único rastro de
su existencia aquel miembro desgajado del resto del cuerpo que lo
abandonó para siempre” (Cruz 2002:31).

La memoria peruana de la Guerra del Pacífico parece no haber asimilado aún
la realidad de la pérdida de la provincia de Tarapacá hace 126 años. El
recuerdo de ese trance nos remite a la tesis de Todorov acerca de la
recuperación literal, que es aquella en donde establezco “(…) una directa
contigüidad (…) entre mi pasado y presente (…) y extiendo las consecuencias
del trauma a todos los instantes de mi existencia”. (2000:30-31).

Visto de ese modo, la nación peruana parece saturada de pasado, el que se
confunde constantemente con el presente y le impide distinguir a la realidad de
la evocación. Es así que el “deja vu” invade el ser nacional obnubilando la
reflexión, como si se confundiese “(…) nuestro recuerdo y viejas metas, con su
posibilidad real”.(Cruz 2002:31)

En términos más concretos, el discurso peruano principia con la mención al
geoestratega chileno Diego Portales y sus planteamientos acerca de la
necesidad de una expansión de Chile hacia el sur y de su liderazgo en el
Pacífico Sudamericano. Este pensamiento, real durante el siglo XIX, se cree
vigente hasta la actualidad y fomenta la desconfianza peruana.11

11 Cfr. Maldonado:2006: 33

Se deriva de esta premisa general, la amenaza de una agresión chilena,
sustentada en planteamientos geoestratégicos vinculados al control de los
recursos naturales con los que cuenta el Perú y que son escasos en Chile.

“En ese sentido, el Perú aparece como posible abastecedor de gas
natural para la industria y el consumo domiciliario de combustible,
electricidad y agua para el desierto de Atacama (el lago Titicaca)”.
(Maldonado 2006: 33)

Otro imaginario, muy difundido en el Perú, es el que sostiene que desde
siempre Chile ha sido un país que obtiene ventajas indebidas de una serie de
productos y recursos tradicionales peruanos. Así, el origen del Pisco y la
chirimoya, así como el registro chileno de cierta variedad de papa y la
comercialización de un tradicional postre limeño refuerzan la percepción
peruana acerca del vecino como la de un país voraz, del que no se puede
confiar.

En suma, el caso peruano no es solo el del exceso de pasado, sino también de
memoria y de recuerdos, los que se retroalimentan con controversias del
presente, las que algunos casos carecen de sustento real. Sobre este
particular, Cruz crítica la saturación de memoria que supone (…) que todo se
represente una y otra vez, que en cierto sentido nada desaparezca por
completo (…). (2002: p. 20)

Es así que vastos sectores de la colectividad peruana parecen avocados a
repetir una y otra vez cada batalla, a sufrir una y otra vez las pérdidas
territoriales y a reivindicar, una y otra vez, un resarcimiento. El tiempo peruano
que vincula la Guerra del Pacífico con la actualidad, parece inmerso en un
espiral eterno donde el paso a una diacronía lineal no es posible.

La situación, entonces, nos remite a las heridas del pasado que duelen siempre
y cuya cicatrización parece depender de otros elementos como el perdón, lo
que requiere, entre otras medidas, desarrollar un vínculo más cordial con y
desde el Estado y la colectividad a los que se perciben como autores del
agravio.

3. Una política de la reconciliación exitosa: el ejemplo
francoaleman

El Perú y Chile no son los únicos países del orbe que en algún momento de su
desarrollo independiente se han enfrentado militarmente. Muchos otros
Estados han escrito en su pasado páginas sangrientas que pudieron ser – y en
algunos casos lo fueron – más devastadoras que la Guerra del Pacífico.

Un caso particularmente interesante es el de Francia y Alemania. Alrededor de
setenta millones de muertos es el saldo de las dos guerras mundiales del siglo
XX, las que tuvieron entre sus principales contrincantes a franceses y
alemanes. Para los nacionales de ambos países basta con tener setenta años
para ser sobreviviente del último de estos conflictos y haber sido conciente del
mismo. En otras palabras, existe aún en ambos países toda una generación de
ciudadanos que ha vivido y recuerda la Segunda Guerra Mundial, con la
consiguiente edificación de memorias e imaginarios colectivos.

Sin embargo, menos de dos décadas después de concluida dicha
conflagración comprendieron las autoridades francesas y las de la
desaparecida Alemania Federal que era necesario un acercamiento
entre sus estados, sus gobiernos y sus pueblos. Fue así que en 1963
se firmó el Tratado del Eliseo que “(…) permitió hacer realidad su
histórica reconciliación (…) ”

http://www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-
130103.html

Las consecuencias del acuerdo fueron múltiples: en primer lugar, se creó una
serie de instituciones para vincular ambos países y a sus pobladores. Entre
ellas se destacan el Alto Consejo Cultural Francoalemán, la Universidad
Francoalemana y la oficina Francoalemana para la juventud, la que en los
últimos 40 años ha permitido el intercambio entre siete millones de jóvenes de
ambas nacionalidades.12

12 http://www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-130103.html

De igual forma, tras el fin de la Guerra Fría se creó el Centro Marc Block, con
sede en Berlín. El nombre que lleva esta institución es sintomático, Marc Block
fue un destacado historiador francés de origen judío, ejecutado por los nazis en
1944.

El impacto del mencionado tratado y sus positivas consecuencias son enormes,
tan es así que actualmente su fecha de suscripción, por si misma, se ha
tornado en un sitio de memoria. La conmemoración anual de este evento lo ha
convertido en un potente vehículo para la difusión de nuevos discursos que
vinculan a franceses y alemanes, lo que supone, por añadidura, la celebración
de su amistad. La percepción que del otro tiene cada una de las colectividades
a las que hacemos referencia se ha modificado tanto, que ya desde la década
de los años ochenta sus principales autoridades conmemoran juntas las
batallas más sangrientas de las guerras que en el pasado las enfrentaron.

Así, en 1984, Francois Mitterrand y Helmut Kohl se estrecharon las manos
ante las tumbas de Verdún, donde tuvo lugar uno de los enfrentamientos más
largos y penosos en la historia de la humanidad. Del mismo modo, en el año
2004, Gerhard Schroder participó de las celebraciones del 60 aniversario del
desembarco Aliado de Normandía.

Todas estas conmemoraciones se han constituido en sitios de memoria: se
celebraron para recordar acontecimientos del pasado, pero serán recordadas
por si mismas, debido al alto contenido simbólico de su realización.
Finalmente, una “Historia en Común” es ya la cotidianidad para los estudiantes
de las escuelas secundarias francoalemanas. Desde marzo de 2006, un sólo
texto escolar acerca a estos adolescentes a la historia de su país y la del
vecino. No se trata de una historia oficial que fusiona maniqueamente las de
cada parte. Más bien, los futuros ciudadanos francoalemanes se están
formando en el conocimiento del pasado y la cultura del otro, enfatizando
similitudes pero también respetando diferencias. En dicho texto, muchos
capítulos narran dos versiones del mismo acontecimiento y existen también
pasajes históricos que sólo narran acontecimientos de la historia de una de
ambas naciones, para así ser conocida por la otra. 13

13 Cfr. http://www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html

Sobre este particular, sostuvo el ex ministro francés de educación, Francois
Fillon que:

“Hemos conocido siglos en los que la historiografía alimentaba el rencor
entre nosotros. Hoy queremos aprovechar la oportunidad de convertirla
en el pilar de nuestra unión”

(http://www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html)

La implementación de políticas como las que acabamos de describir nos
remiten al debate en torno a la dicotomía existente entre memoria oficial y
memoria subterránea. Sobre este particular, Michael Pollack sostiene que:

“(…)Todo trabajo orientado a homogenizar la memoria de un grupo tiene
límites, no puede construirse arbitrariamente. Debe satisfacer ciertos
requisitos de justificación. Es muy poco probable construir una memoria
exnihilo, su imposición es casi imposible”. (1993 p. 35).

Sostiene también Pollack que los colectivos a los que se dirigen estos nuevos
discursos difícilmente serán asimilados por aquellos, si no son de algún modo
afines con sus intereses y expectativas, tampoco lo serán si no se renuevan y
adaptan a las circunstancias venideras.14

14 Cfr. Pollack 1993: 35

Sobre este particular, creemos que la claridad de los objetivos estatales puede
ser la mejor clave para que políticas de este tipo alcancen el éxito, en la
medida en que sean compatibles con las aspiraciones de los colectivos a las
que se dirigen.

Para el caso francoaleman, es probable que la meta principal de ambos
estados –la reconciliación, la pacífica convivencia, y la integración política y
económica- haya sido percibida como necesaria por los diferentes colectivos
que se desenvuelven en el seno de sus respectivas sociedades. Así las cosas,
con mayor o menor resistencia en el tiempo, éstos lograron identificarse con
aquellos discursos y asumirlos como propios.

Política del perdón alemana

Tras el fin de la Guerra Fría y la difusión de múltiples historias que reafirman la
identidad de las minorías, los alemanes han desarrollado una política del
perdón con la finalidad de acercarse a aquellas colectividades contra las cuales
se cometieron excesos durante la Segunda Guerra Mundial o en otros
contextos históricos.

En 1997, como parte de la conmemoración del sesenta aniversario del
bombardeo a Guernica, Alemania pidió públicas disculpas al pueblo vasco, por
la agresión que tuvo lugar en 1937, durante la Guerra Civil española.

Asimismo, en el año 2000, el entonces Presidente Federal alemán Johannes
Rau visitó Kalavitra, localidad griega que durante la segunda Guerra Mundial
sufriera la ejecución de 1300 de sus habitantes “(…) lo que constituyó una
señal pública y oficial de que Alemania pidió perdón por lo sucedido”.

http://www.holocaust-education.de/?site=pp_import_de_0000055&lp=es

Ese año, el mismo mandatario tomó la palabra ante la Knesset, Parlamento
israelí, y pidió disculpas por los crímenes de Guerra cometidos por el régimen
nazi.

En síntesis, el desarrollo de una política del perdón ha favorecido el
acercamiento entre el Estado y pueblo alemanes con aquellos colectivos que
fueron víctimas de excesos durante la Segunda Guerra Mundial. Además de
favorecer el acercamiento entre las partes; estos eventos simbólicos también
se han convertido en sitios de memoria, cada uno de ellos expresa un acto de
reconciliación y como tal es recordado y conmemorado cada año; sientan pues
un hito en el camino para mejorara las relaciones entre colectividades
distanciadas por acontecimientos de su pasado común.

Estas políticas y gestos oficiales, sin constituirse por si mismos en la cura para
antiguas heridas abiertas en diferentes colectividades, constituyen un punto de
partida imprescindible cuando se trata de revertir el exceso de pasado que
suele presentarse en aquellas sociedades que han experimentado el trauma
de una ocupación y/o una agresión de carácter militar.

Lo que se logra con ellas es generar discursos nuevos acerca del otro, los que
discurrirán en los mismos espacios en donde ya se encuentran instalados los
antiguos. Su eficacia para introducir otros recuerdos en la colectividad
dependerá de cuán compatibles resulten con las reales expectativas de los
colectivos a las que se dirijan, así como de su continuidad en el tiempo.

Asimismo, deben corresponder a las necesidades específicas de dichas
poblaciones y ser capaces de integrarse con los discursos espontáneos y
subterráneos que se originan en ellas.15

15 (Cfr. Pollack 1993: 35)

A manera de conclusión

¿Es posible que el pasado, la memoria y la historia dejen de dividirnos a
peruanos y chilenos?; ¿es posible acaso cambiar esos imaginarios tan
profundamente arraigados?, ¿es posible, en fin, una política de la memoria que
reconcilie a Chile con el Perú y viceversa?.

Iniciaré mi respuesta a esta interrogante retomando lo que señalé líneas arriba
y que atañe la política, cuyo discurrir en el presente la hace protagonista del
proceso de selección de los acontecimientos del pasado. Así, la difusión de
discursos comunes e integradores para conciliar las memorias de las
colectividades peruana y chilena difícilmente alcanzará la meta de la
reconciliación sin el respaldo de sus políticos, a través de sus decisiones.
Más allá de los acuerdos entre los dirigentes de ambos estados, parece claro
que las políticas a aplicar en un caso y en el otro distan de ser las mismas.

Afuer de resultar discutibles a la luz de la historiografía de cada país, los roles
asignados a cada uno de ellos son más bien opuestos, dicotómicos y se
desprenden del triunfo chileno en la Guerra del Pacífico: vencedor-vencido
conquistador-conquistado; agresor-agredido.

No quisiera en las últimas líneas de esta breve disertación fungir de “gurú” de
estas problemáticas y proponer una solución que resultaría pretenciosa frente a
la complejidad de la cuestión. Pero si ambas partes – en este caso los Estados
y sus autoridades – llegasen a admitir la necesidad de superar la incidencia de
estas negativas imágenes en sus respectivos colectivos, podrían comenzar
preguntándose, cada cual a su turno, ¿en qué estoy mal yo?, ¿en qué debo
mejorar?, ¿como me percibe el otro y por qué?; ¿qué espera el otro de mi?

Quizá la aparente banalidad de estos planteamientos, esconda los atisbos de la
solución y talvez, a través de una versión muy sui géneris de psicoanálisis, los
estados peruano y chileno resulten capaces de diagnosticar más
acertadamente el mal que aqueja la memoria de sus sociedades para tratarlo
con mejores resultados que hasta ahora y en concordancia con las
aspiraciones de los colectivos a los que representan.

Daniel Parodi Revoredo
Pontificia Universidad Católica del Perú

Bibliografía

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2006 (http:///www.diplomatie.gouv.fr/label_France/60/es/21.html)
Sitio web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia;
contiene información sobre la institución y enlaces de interés
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2006 ( www.francia.org.mx/Embajada/cancilleria/mae/tratado_eliseo-
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Sitio web oficial de la Embajada de Francia en México; contiene
información sobre la institución y enlaces de interés (consulta 2 de
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APRENDER DE LA HISTORIA: nazismo y holocausto en la educación alemana
2000 Kalavrita: una comunidad griega
(www.holocaust-education.de/?site=pp_import_de_0000055&lp=es)
(consulta 9 de septiembre de 2006)
* Profesor del Departamento de Humanidades de la PUCP. Este artículo es un avance de la tesis doctoral
del autor y acaba de ser publicado. La referencia bibliográfica es la siguiente: PARODI REVOREDO,
Daniel. "Entre el \"dolor de la amputación\" y el "complejo de Adán": imaginarios peruanos y chilenos de
la Guerra del Pacífico\", en Claudia Rosas Lauro (editora). El odio y el perdón en el Perú. Siglos XVI a
XXI. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2009, pp. 169-180.
1 Cfr. Beltrán 2002:35

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