miércoles, 28 de julio de 2010

La independencia y los ideales democráticos

El Comercio
Por: Francisco Miró Quesada Rada Director
Miércoles 28 de Julio del 2010

El Perú y las ex colonias españolas iniciaron y concluyeron su independencia inspirados en las nuevas ideas gestadas sobre todo a partir de la Revolución Francesa, que, además de tener un origen vinculado a la realidad de esta nación, formó parte de un proceso mundial que se inició con la revolución inglesa y sobre todo con la independencia de Estados Unidos.

Desde el punto de vista político significó la caída de la monarquía absoluta como consecuencia de las ideas liberales predominantes en aquella época. El poder omnímodo del monarca, fue reemplazado por el poder del pueblo, fue la instalación de la democracia en donde predomina la teoría de la división de los poderes, el Estado de derecho, las libertades ciudadanas y la voluntad popular. El poder es del pueblo que debe autogobernarse, es decir, darse libremente su gobierno a través de las elecciones. Fue una revolución, porque la clase que tenía el poder, la aristocracia, fue reemplazada por otra “nueva clase”, conocida como burguesía que asumió el control y modificó el orden establecido por el “ancien régime”.

Los ideales democráticos fueron incorporados en las constituciones de las nuevas repúblicas latinoamericanas. De los norteamericanos se adoptó el presidencialismo y de los franceses las libertades civiles, así como los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

La evolución y el funcionamiento de la democracia, el constitucionalismo y el Estado de derecho en América Latina tuvieron un desarrollo desigual. En aquellas sociedades en donde el poder colonial estuvo menos concentrado, se dieron condiciones favorables para el surgimiento y funcionamiento de la democracia como sucedió en Uruguay, Chile y Costa Rica. No estamos diciendo que estas tres naciones no tuvieron que pasar por el tradicional conflicto militarismo-civilismo, pero lo que sucede es que en ellas estos conflictos fueron mejor resueltos.

La gran contradicción autoritarismo-democracia se produce ahí en donde el poder colonial estuvo más concentrado, en sociedades en donde, luego de la independencia, los criollos tomaron el poder y se convirtieron en una “nueva aristocracia”, ahí en donde los virreyes son reemplazados por los caudillos militares y luego civiles, como sucedió en el Perú, Brasil, México, Argentina y Colombia, precisamente las cinco nuevas naciones que fueron centros virreinales. Los pueblos de estas naciones no fueron protagonistas en la construcción de la nueva sociedad, fueron un instrumento al servicio de los poderosos, y quedaron excluidos y marginados.

La herencia autoritaria del virreinato fue una tendencia muy marcada en el ser político latinoamericano, ahora expresada en forma de caudillismo. Pero la herencia colonial y el caudillismo no constituyeron los únicos obstáculos para el desarrollo y la consolidación de los ideales democráticos, también se debe considerar la formación de un Estado oligárquico, los sucesivos gobiernos militares, con mayor rigor el denominado “péndulo del poder”, una sucesión de gobiernos militares y civiles en permanente conflicto y el clientelismo, consecuencia del Estado oligárquico y del caudillismo.

Estos factores impidieron la consolidación del liberalismo democrático asumido por una élite que cuestionó la sociedad oligárquica y el militarismo. Esta élite, criolla se opuso al “orden establecido”.

Una respuesta a este orden fue el indigenismo como teoría de autoafirmación de las naciones y culturas indígenas, las más marginadas, así como los movimientos nacionalistas, populistas en sus dos versiones: la militar y la civil.

Se han cumplido 200 años de la independencia de Argentina, Venezuela y México. En el 2021, se cumplirán 200 años de nuestra independencia.

Si los pueblos de América Latina y del Perú deben continuar por la meta de la democracia, entonces tendremos que superar las taras heredadas del siglo XIX y de gran parte del siglo XX como son: el autoritarismo, el militarismo, el caudillismo, el elitismo, la dominación y la exclusión de las mayorías en el ejercicio del poder.

De esta manera se podrán ampliar los ideales y los valores del liberalismo democrático que nacieron en Europa y los Estados Unidos, porque la independencia de una nación no depende solo de la ruptura del antiguo poder virreinal, sino de la construcción real y efectiva de los ideales democráticos. Algo hemos avanzado pero todavía tenemos un camino por recorrer para quedar en paz con quienes lucharon y murieron por nuestra independencia.